Te animamos a tener en cuenta estas sencillas recomendaciones para alimentarse bien en verano y llegar al invierno con salud y en plena forma
Los días se hacen más largos, las temperaturas son más cálidas, sudamos más y por ello nuestro cuerpo perderá muchas sales minerales, aumentando el cansancio y agotamiento: por estas razones nuestras necesidades dietéticas son distintas respecto al resto del año y es fundamental alimentarse bien en verano.
Además, cuando salimos de vacaciones, es más fácil comer fuera de casa, lo que en la mayoría de las ocasiones va acompañado, por desgracia, también de una distracción frente a la calidad de los alimentos que ingerimos y las calorías, lo que lleva a no alimentarse bien en verano. Sin embargo, seguir algunos consejos dietéticos puede ser útil para afrontar los calores del verano, disminuir el riesgo de deshidratación, una complicación que afecta principalmente a niños, ancianos y mujeres embarazadas, pero también para bajar esos kilos de más que hacen que no te veas bien con el bañador.
En este post te los contamos como alimentarse bien en verano
Consejos para alimentarse bien en verano
1 Código de acceso al verano: «¡agua!»
En verano, a medida que suben las temperaturas, sudamos más y perdemos muchos líquidos. Mantener una hidratación adecuada es, por tanto, la clave para reponer los líquidos perdidos con la sudoración: todos los días es necesario beber al menos un litro y medio de agua u 8 vasos. La clave es hidratarse lo máximo posible (así de simple), aunque no tengas sensación de sed (hay que obligarse un poco), porque, en ocasiones, cuando vamos a sentir la sed ya es demasiado tarde y los síntomas de la deshidratación pueden ya haber aparecido.
Esta recomendación no debe subestimarse, porque la deshidratación (falta de agua), puede provocar problemas graves y enfermedades, así como estados de confusión, especialmente si van acompañados de calor fuerte. Además, al beber la cantidad adecuada de agua al día, es posible contrarrestar la acumulación de líquidos y prevenir molestias como la celulitis.
2 Ingerir más verduras y frutas frescas
En la estación de verano, la naturaleza (que es muy lista…), nos ofrece una amplia gama de frutas y verduras muy jugosas, para disfrutarlas con placer y satisfacer los gustos de todos y sobre todo como para advertirnos de la importancia de estar bien hidratados.
Cuando sudamos no solo acusamos una pérdida de agua, sino también muchas sales minerales y vitaminas hidrosolubles: por eso en verano nos notamos más cansados y agotados. Las frutas y verduras frescas son muy ricas en agua, sales minerales y vitaminas, por lo que es bueno hacer un buen aporte de ellas para reintroducir los micronutrientes perdidos con el sudor y afrontar mejor los días más fuertes de calor del verano. Tres porciones de verduras y 2-3 frutas de temporada un día son suficientes para hacer frente al calor del verano y ganar bienestar y prevenir una buena salud.
3 Promover la digestión
Con el calor, la digestión se hace más lenta, por lo que es importante alimentarse bien en verano para ayudar a nuestro cuerpo a hacer una digestión más eficiente. En primer lugar, debemos moderar el consumo de platos elaborados y ricos en grasas, limitando las preparaciones que contengan, por ejemplo, nata, mantequilla, margarina, mayonesa o frituras. Lo ideal es elegir alimentos que sean frescos, de fácil digestión y ricos en agua, Cocciones al vapor, para que la ingesta de nutrientes (vitaminas y minerales) se vea alterada lo menos posible. Para aliñarlas puedes añadir dos cucharaditas de aceite de oliva crudo de buena calidad y, por supuesto, siempre prestar atención a la ración.
4 Comida segura y sin riesgos de toxieinfecciónes
Es fundamental cuidar siempre los métodos de conservación de los alimentos que consumimos, especialmente con los calores del verano. Si decides comer una comida preparada por ti mism@ fuera de casa, te recomendamos utilizar una bolsa térmica en la que puedas incluir las pastillas de hielo adecuadas, o pequeñas neveras portátiles, donde puedas mantener la comida correctamente. Mantener la cadena de frío es importantísimo: un mal almacenamiento de la comida te expone a un mayor riesgo de contraer bacterias intestinales que pueden provocar gastroenteritis y contribuir a la deshidratación.
5 No te saltes las comidas, sí a los refrigerios frescos y saludables
El almuerzo a media mañana y la merienda están presentes, aunque muy a menudo se subestiman y se consideran innecesarios. La única verdad es que juegan un papel de muy importante en todas las edades, ya que los snacks nos ayudan a mantener activo el metabolismo, determinando así una serie de ventajas: permiten distribuir mejor la energía (calorías) a lo largo del día, mantener los niveles de azúcar en sangre (y en consecuencia insulina) más constante y te permiten llegar a almorzar y cenar sin pasar demasiada hambre y, por lo tanto, sin el riesgo de introducir un exceso de calorías innecesarias para nuestro cuerpo.
Por las mismas razones, se recomienda encarecidamente no saltarse otras comidas. Algunas propuestas de snacks frescos y entrantes saludables pueden ser: un yogur desnatado con alguna fruta fresca a trozos, un batido de fruta fresca, o mejor dicho, un extracto de fruta o verdura, un puñadito (sin pasarse, 20g) de frutos secos como nueces, almendras o avellanas. Un helado artesano (si puede ser…), de frutas o un aperitivo sabroso, un par de tostadas de pan integral con un poco de queso que concentre todos los buenos nutrientes y proteínas de alto valor biológico.
6 Selecciona lo que bebes
En verano es una buena idea reducir el consumo de bebidas con azúcares añadidos, como zumos de frutas, refrescos de cola, gaseosas, tés frios, etc. No solo por una cuestión de mala calidad nutricional, además porque estas bebidas contienen principalmente calorías de baja calidad, es decir, aportan energía (dada por el azúcar) pero no nutrientes y acentúan la deshidratación. Este problema se produce más en los niños y de forma especial en días de calor.
También debes tener cuidado con el alcohol porque, además de ser alto en calorías y también contener calorías de baja calidad, el alcohol es una sustancia vasodilatadora que aumenta la sensación de calor y, por tanto, la sudoración del cuerpo. Las mujeres pueden beber una copa de vino al día, mientras que los hombres pueden beber un máximo de dos.
Por: Alfredo José Corbín Ordóñez
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