El presidente de AVA-ASAJA, Cristóbal Aguado, asegura que “los agricultores somos los primeros interesados en contar con la agricultura más segura y sostenible pero, al competir en un mundo globalizado, esa aspiración será irrealizable si la Unión Europea intenta llevarla a cabo de forma unilateral y sin medir su impacto económico. Convertirnos en el vertedero mundial de las plagas y enfermedades vegetales introducidas desde países terceros y, al mismo tiempo, arrebatarnos las herramientas necesarias para hacerles frente, mientras el resto del mundo sí puede utilizarlas, significa condenarnos al desperdicio alimentario, a la competencia desleal y a la ruina. En lugar de soñar por su cuenta, Bruselas debería poner los pies en el suelo y buscar coincidencias con el exterior, tanto a la hora de investigar nuevos métodos de lucha como de aplicar normas recíprocas de mercado”.
“No aprende del Covid-19”
Aguado agrega que “la Comisión Europea parece no haber aprendido nada del Covid-19. La extraordinaria recuperación ambiental experimentada durante esta pandemia ha dejado bien claro que el sector agrario, que ha seguido trabajando, no contamina como algunos venían difamando de manera demagógica y pseudocientífica. Al contrario, el campo se ha erigido como una actividad esencial para suministrar alimentos y preservar el territorio. Por eso no se entiende que la clase política continúe empecinada en castigar a la agricultura europea con más restricciones y menos apoyos. Queriendo evitar un problema ambiental que se ha demostrado exagerado, Bruselas genera otro muchísimo peor al incentivar el abandono de tierras agrarias y la dependencia alimentaria de países terceros”.