Algunos historiadores argumentan que el pan ha estado presente durante prácticamente toda la historia de la humanidad
Se podría decir que ya en el neolítico había pan, aunque era muy diferente a lo que conocemos. El motivo: no llevaba levadura, el ingrediente mágico que le aporta su textura y sabor.
El origen del pan, tal y como lo conocemos, se sitúa generalmente en el Antiguo Egipto, momento en el que, los egipcios elaboraban masas fermentadas añadiendo espuma de cerveza. No sabían explicar cómo pasaba exactamente, pero sabían que aquella manera de actuar le daba al pan, nuevas y numerosas cualidades.
Presente desde hace miles de años, no fue sin embargo hasta el siglo XVII cuando el inventor del microscopio realizó la primera observación de las células de levadura, y en 1857 cuando, gracias a Louis Pasteur, se analizó y comprendió realmente el proceso de la fermentación que estas células originan.
La levadura es un microorganimo vivo que se encuentra de forma natural en la Naturaleza, pero que es invisible al ojo humano. Es la responsable de generar la fermentación denominada alcohólica, es decir, aquella con la que se hace el pan, pero también la cerveza, el vino y otras bebidas alcohólicas.
La levadura es la encargada de que podamos disfrutar diariamente del pan tal y como lo conocemos. Pero no solo eso, sino que además se utiliza como complemento alimenticio, ya que es rica en minerales, vitaminas y aminoácidos.
¡Cuidado!, no confundas esta levadura con la llamada “levadura química” o polvo para hornear que, realmente es una mezcla de minerales y bicarbonato, la cual, en presencia de calor, se descompone en gas y provoca que masas como la del bizcocho aumenten de volumen.
Levanova ha querido acercarnos un poco más a la levadura, un ser vivo, microscópico, natural y fundamental para tener alimentos como el pan, presente en nuestras vidas desde hace miles de años, pero aún un gran desconocido para muchos.