No pueden seguir en el lamentable estado  en que se encuentran. Desde su construcción a principios del siglo XVIII han tenido diversos usos.Todavía recuerdo, cuando de niño, me gustaba visitarlas y cada una tenia una especialidad: unas reparaban  aquellas llaves grandes que habrían caserones y palacetes, pozales, lecheras  y  clásicos recipientes metálicos de agua llamados ferraes. Otras amontonaban libros antiguos de todas clases y obras de teatro, algunas de gran valor literario como las de Lope de Vega, Jacinto Benavente y otros insignes autores.

    Después, poco a poco,  fueron quedando en desuso y atrancados sus accesos con maderos y barrotes. Desde entonces han pasado ya muchos años. Demasiados para tener en desuso una auténtica  joya arquitectónicamente tan importante, y a la vista sorprendida de todos los turistas que visitan ese triangulo mágico que conforman la Lonja de los Mercaderes (gótico civil valenciano), la Iglesia de los Santos Juanes (barroco) y el Mercado Central (modernista).

    Entre tanto, han habido diversas propuestas de rehabilitación, entre ellas, un informe del Consejo Jurídico de Cultura, de diversos grupos políticos e instituciones sociales, que  proponían usos artesanales de les covetes y también su terraza para usos culturales al aire libre de bandas y orquestas de música clásica, además de la escenificación de San Vicente Ferrer del Mercat.

    Pero ahora, el nudo gordiano sobre todo este asunto parece radicar sobre la propiedad de cada una de las distintas covetes. Una parece que pertenece a la Iglesia por cesión en su día, de una entidad bancaria, otra por una reciente adquisición de unos jóvenes diseñadores y las otras parece que no esta muy claro el derecho de propiedad.

    Por eso, se hace necesario que el Ayuntamiento de Valencia emita un informe jurídico acerca de quienes son los auténticos propietarios a la vez que delimitar el Plan Urbanístico de la zona, adaptándolo a la venta de productos típicos valencianos, abriéndose  aquí un amplio abanico de posibilidades como recuerdos religiosos, falleros,productos de diseño en seda,cerámica,maquetas de la monumentalidad de la ciudad y en general productos artesanales y pictóricos típicos.

 

    Cada coveta dedicada a un fin, tras la solicitud de la correSpondiente licencia de actividad municipal. Y aquellas cuya titularidad no este clara o sus titulares no muestren su predisposición de no poner en valor su propiedad, activar de inmediato la tramitación de un expediente jurídico administrativo ante el Registro Municipal de Solares y Edificios a Rehabilitar, llegando en caso necesario a la expropiación forzosa, para posteriormente licitarlo públicamente en régimen de gestión administrativa.

    No hay que olvidar, que nuestra legislación es exquisitamente respetuosa con la propiedad privada. Pero una cosa es usar racionalmente el propio patrimonio privado y otra muy distinta no usarlo, permitiendo su deterioro y mala imagen en perjuicio de la colectividad.

    Es esta una cuestión, de clara unanimidad política y social y además su coste sería bastante asequible para las arcas municipales. Y como colofón tendría el añadido de la definitiva rehabilitación, gracias a la iniciativa privada, de la emblemática Parroquia de los Santos Juanes, del cual recuerdo la opinión de un profesor milanés que hace unos años decía: "Se trata de un Templo, donde el arte, sube por las paredes".