Su composición se basa en almidón (hidratos de carbono) y proteínas, con un contenido muy bajo en azúcares simples y grasas. Por eso es habitual encontrarlo en la base de las pirámides nutricionales. Sin embargo, en los últimos años se ha demonizado el consumo de pan, e insistido en la necesidad de que, si se consume, se haga en su forma integral.