Trabajar con personas a las que no les importa enseñarte es algo de agradecer, pero si además esa persona es inteligente, con ideas innovadoras y encantadora, primero se convierte en tu amiga y después, te enamoras de ella como un crio de 20 años y llegado ese momento, ir a tu trabajo se convierte en un placer, esto es lo que ella consigue cada día. A veces llego a pensar que si Laura no existiera, alguien tendría que inventarla.