Este tipo de fototerapia ya se usa en hospitales y centros médicos. Sin embargo, todavía es necesario investigar muchos aspectos. Entre ellos cómo localizar mejor los medicamentos para que actúen específicamente donde queremos y qué tipos de luz son los más adecuados para iniciar la activación. Pero también cómo puede la luz penetrar mejor en los tejidos y cómo mejorar la toxicidad. Muchos investigadores e investigadoras estamos trabajando en estas cuestiones.
En experimentos con ratones se comprobó que observar durante un tiempo una luz LED parpadeante producía cambios importantes y duraderos en la parte visual del cerebro de los animales. Concretamente, exponiendo a los animales a luz pulsada durante 15 o 60 minutos, aumentaron varias proteínas (citoquinas) que regulan la respuesta inmune y la supervivencia celular.
Más de 20 moléculas cambiaron sus niveles al analizar la concentración en el tejido cerebral después del experimento. A la vez se produjo una activación de dos rutas de comunicación celular: una relacionada con supervivencia celular y la otra de importancia en la activación del sistema inmune.
La conclusión inmediata es que simplemente con luz se puede modular la actividad celular de determinadas partes del cerebro. El método ofrece la gran ventaja de que no requiere un contacto físico directo con el cerebro. Sólo que el animal observe la luz. Un estímulo visual adecuado es suficiente para provocar estos importantes cambios a través de la vista.
Pero, ¿cuál es el mecanismo que “convierte” los pulsos de luz en cambios cerebrales tan notables? Por ahora el mecanismo se desconoce, aunque se está estudiando. En principio, parece razonable pensar que tiene que actuar a través del sistema visual del animal. Es posible que, al convertirse el ritmo de encendidos y apagados de la luz en señales eléctricas intermitentes, el cerebro pueda entrar en resonancia con la luz. De hecho, se sabe que existen ritmos cerebrales naturales en torno a 40 pulsos por segundo. Y que estos ritmos se relacionan con actividad mental compleja y con la codificación de información sensorial (ritmos gamma).
Este sencillo experimento demuestra que se puede controlar la actividad del cerebro con pulsos de luz. Es posible que otros estímulos similares, como sonidos o movimientos repetitivos, también provoquen efectos parecidos.
De cualquier manera, está claro que la investigación abre la posibilidad de tratar determinadas enfermedades como el alzhéimer o el párkinson. También podría utilizarse para acelerar la curación del sistema nervioso.
Ya sea para eliminar tumores o combatir alteraciones del cerebro, es evidente que la fotomedicina presenta un futuro prometedor.
Alfonso Blázquez Castro
Profesor ayudante doctor en Genética
Universidad Autónoma de Madrid
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